domingo, 22 de septiembre de 2013
Crónica/Beisbol, trofeos y glorias
Redacción/Cordobeis
Mediodía soleado... con la amenaza de lluvia en esas nubes espesas que se acercan desde el horizonte, es un día soleado para jugar beisbol, pero hoy se juega diferente.
Tras el home del "Salomé Barojas", una mesa con terciopelo verde acumula los trofeos plateados, el sol se refleja en todos los sentidos en las pelotas metálicas sostenidas por una base igual de reluciente, en cada base, nombres de triunfadores, campeones, subcampeones, se suman cuadros con nombres distinguidos para el beisbol de la región.
Es la premiación de la Liga Cordobesa de Beisbol.
Salomé Barojas llega a su casa, conocido de todos no deja a nadie con el saludo al aire. Una pléyade de estrellas de la región lo acompañan para una ceremonia para puro grande de la liga.
La bandera apenas ondea en su paso al home y mientras se escucha el Himno desde los alientos y percusiones de la banda del ICATEC. El programa espera a las estrellas mientras los honores transcurren en el protocolo inicial.
De repente, todos son conocidos, se saludan, se carcajean entre anécdotas, la voz que organiza se sigue de largo entre los murmullos afectuosos de puros cuates que se conocieron como aliados y rivales en los campos, no sólo de Córdoba, sino de toda la zona.
No hay límites entre veteranos, muchos de ellos, que han colgado guantes y bats, pero que conservan la gorra, igual del equipo local que de los Cubs, los Yankees o los Dodgers. Se saludan y sonríen porque tienen en la mente el batazo sorprendente, el robo de base inesperado, el batazo largo largo largo que se va como muchos recuerdos que sólo se recuperan en colectivo, igual que si jugaran con una pelota única que salieron a buscar entre algún cañal y que es encontrada para alegría de todos.
El paso de los años hoy es la gloria local. Hoy quizás ya no toman el bat sino un bastón, hoy ya no se barren en segunda pero quieren llegar al pódium con el orgullo del buen beisbolista que recibirá una presea.
Los veteranos dan paso a los aún campeones, las de costuras plateadas comienzan a invadir a los invitados. Un campeón por aquí, un subcampeón por allá, otros prefieren ausentarse mientras la voz oficial de la ceremonia abre la opción para darles el premio en la tradicional junta de los lunes.
Triunfadores de ayer y hoy se mezclan en la ceremonia como aprendiendo y admirando las carreras de unos y otros.
El alcalde Guillermo Rivas envía una representante que intenta ponerse a la altura de la ceremonia, el alcalde electo Tomás Ríos llega y recuerda el pasado amoroso que hubo entre el beisbol y Córdoba. Una probadita de política obligada como en todo acto público.
Hoy se justifica. todos son cuates. Hasta los umpires.
El evento se vuelve entonces más íntimo, siete hombres subirán a un pódium eternamente, son los nuevos integrantes del "Salón de la Fama".
La lista de héroes locales merece leerse en voz alta en una sala bajo las gradas del que fuera Aviación 1: José Antonio Nieto, Juventino Méndez, Joaquín Morán, Eduardo Rosas, Raúl Álvarez, Luis Olivos y José Luis Penagos.
Para ellos, el día y una gran parte de su vida, la dedicada al beisbol, se sintetizan en el momento en que su imagen es colocada en un humilde muro verde que sostiene a las glorias de la pelota local.
Hoy, el día ha sido resplandeciente como los trofeos entregados, como los cristales que protegen las fotos del "Salón de la Fama" y lejos del protocolo, no muy lejos de la grama del "Salomé Barojas", la pelota y el bat hacen impacto en juegos protagonizados por esos que vienen atrás en un día soleado de beisbol.
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